dissabte, 27 d’abril del 2013

Epopeya oxoniense



18 de Junio de 2011, empieza la aventura:

18:00 pm. Llegamos a Stansted cual oriundos anglosajones, frenetizados e impetuosos, mi inseparable compañero de fatigas y aquí un servidor, nos saltamos todas las colas del aeropuerto para terminar equivocándonos de mostrador y malgastar el tiempo que habíamos conquistado préviamente. El primer ridículo de las siguientes tres jodidas semanas había llegado demasiado pronto. Afortunadamente, nuestra absurda pérdida de tiempo quedaría recompensada al conocer a un tipo cojonudo, el típico inglés con el típico humor inglés. Bien, pues el tipo en cuestión nos deleita con una pequeña y brillante dosis de humor irónico inglés. Reproduzco la conversación:

Tipo inglés: - Hi guys! Spanish identity can go with the other queue.
Nosotros: - Oh ok! But one woman said us that we could go here.
Tipo inglés (con rostro absolutamente serio, pausado y sin una maldita mueca en su boca): - Don't listen to the woman.

Nos costó un par de segundos pillar la ironía, lo reconozco, pero a la media hora de hacerlo, nos estuvimos descojonando media hora más.

Entramos en suelo británico...inglés...londinense para ser exactos y preguntamos en la primera oficina de información con la que tropezamos. Un tipo con cara de haberse comido más pollas que una puta, nos vende dos tickets de bus con destino a Victoria Station. Subimos y nos comemos las...galletas que habíamos traído de Mallorca, mal pensados.

Pisamos suelo capitalino con más hambre que un gato, pero antes de buscar algo para jalar, debíamos encontrar una jodida cama para pasar esa noche. Después de recorrernos el puto Soho entero y entrar en varios hostales, a eso de las doce pasadas, encontramos a un recepcionista cojonudo, quien nos ayuda a buscar un hostal en el que al menos podamos guardar el equipaje.

Pasamos la noche en Camden Town, una noche para recordar. Conocemos a un tipo madrileño que pasa de ingenuo a consumidor empedernido de drogas en cuestión de 2 minutos. Durante el primer minuto de nuestra conversación resultaba ser el tipo más inofensivo con el que había topado en mi vida. Durante el segundo minuto, le faltó saliva para explicarnos, detalladamente, la cantidad de narcóticos que se había metido y sus consiguientes efectos. Vamos, un fenómeno en toda regla. Su nombre estaría en nuestras bocas durante el resto del periplo.

De camino hacia la disco que nos había recomendado el disimulado toxicómano, le preguntamos a un chaval si nos dirigíamos en la correcta dirección. El chaval, muy noblote, nos dice que le sigamos, ya que vamos a caminos similares. Minutos más tarde, se gira y con impertérrita mirada, nos señala un pub, previas palabras:

Chaval aparentemente noblote: - Guys! It's coco! (señalando un bar de mala muerte, que daba más miedo que la taberna de Jack 'el tuerto'.)
Nosotros: - ... (nos miramos con careto de 'el disimulado toxicómano' nos ha vendido la moto del siglo)

Segundos después, el cabrón del chaval empieza a descojonarse y nosotros (con segundos de retraso) también. Tercer fenómeno al que conocemos y primera conclusión: me encanta el humor inglés, muy catalan style.

El resto de la noche se presentaba, básicamente, bajo los efectos del alcohol, ese gran amigo. La primera introducción de ello en nuestro cuerpo llegaría de la mano de la cerveza, mejor amiga entre amigos. A lo Contador, con amabilidad y corrupción, un árabe nos vende a escondidas, por aquello de la hora, dos hermosas yonquilatas. Al principio se muestra un tipo reacio, hasta que se da cuenta que hará caja con nosotros.

Nos las mamamos en un portal, las cervezas, cual transeúntes australianos y consiguiéntemente nos vamos directos a lo bueno, la farra pura y dura (qué no farla).

Prévia búsqueda del garito apropiado para nuestros tímpanos, a mi compañero de batallas le entra la hambruna y por unas tres libras, se mete una pizza entre pecho y espalda a la salud de unos simpaticones pakistaníes (...).

El cielo se exhibe lluvioso, se exhibe londinense.

Mientras el tipejo que me acompaña se termina la mierda redonda y capitalista, vislumbro un graffiti muy peculiar y familiar: Dohot yaw, declaraba el mismo.

Después de soslayar la zona, entramos en un tal 'Underworld'. Sonidos celestiales y jamelgas violables cohabitaban en la atmósfera british nocturna.  Recuerdo muy bien como el 'Candy' de los Raveonettes aderezaba el antro de un clima maravilloso, pero antes de percibir y disfrutar todo esto, hacía media hora que habíamos pedido dos pintacas como nuestras cabezas.

La noche transcurre al mismo paso que la neurona de un veinteañero. Al principio tímida, a continuación ambiciosa y finalmente como una cuba. Stella Artois y Beck's son los nombres de las dos chicas que conocimos esa noche. Eran rubias y algo frescas. La primera era belga y la segunda alemana. Al final las llevamos donde queríamos y por la mañana terminamos por miccionarlas.

05:00 am. Como un clavo en la parada del bus. Próximo destino Oxford City. El trayecto resulta menos duro de lo que augurábamos.

06:30 am. Welcome to Oxford. Nos bajamos en la parada más concurrida que vemos. En la calle no pasa ni el viento.

Entramos en una oficina informativa situada en la central de autobuses donde un tipo entre simpático, peculiar y deficiente mental nos atiende de un modo extremadamente afable al igual que equívoco. Le lanzamos la pregunta:

Cualquiera de nosotros: -Excuse me Sir. Do you know where King's College is?
Tipo especial: - King's College? Do you mean Queen's College?
Nosotros pegando un vistazo a nuestros papeles: - No Sir, King's College.
Tipo: - It's not King's, it's Queens!
Nosotros enseñándole nuestros papeles: ...mmm...
Tipo: - Oh, so it's King's.

La ayuda de este crack es directamente proporcional al haberle preguntado a una baldosa de la plaza.

Vemos una parada de taxis y preguntamos. El taxista estaba apoyado en la puerta como sino hubiera un mañana.

Resulta que estábamos a 10 minutos andando y el taxista da 4 vueltas a Oxford antes de  llevarnos a la residencia.

07:30 am. La residencia parece Silent Hill. Depués de dar una vuelta de reconocimiento y no encontrar ni al lechero, vemos un n° de tlf pegado a una ventanilla. LLamámos y nos dicen que en breves llegará un chico para recibirnos. El "breves" resultó ser el eufemismo de "esperad sentados donde podáis que a las 7 no se levanta ni dios a recibiros".

A lo lejos vislumbramos a alguien. Un chaval en apariencia jóven. El jovenzuelo se llama Tim, un armario del norte de Nottingham cuya procedencia materna es galaico-escocesa. Tim trascendería en un gran tipo a lo largo de nuestra estancia allí.

Pues así ocurrió y así os lo he contado. En honor a ellos, citaré alguno de los nombres que nos acompañaron a lo largo de nuestra andadura en tierras oxonienses:
- Jaime alias "Jimmy" o "Tundi"
- Maciej alias "Polish"
- M° Laura
- Arianna
- Mar
- Magí
- Nadine
- Balient
- Gery alias "la búlgara"
- Mágina
- Enrico alias "Dustin Hoffman"