dissabte, 28 d’agost del 2010

La Cruycificción de Sandro

Después del inconmensurable legado Laportista, capaz de erigir el fúnebre vuelo pilotado durante el mando de Gaspart Burns, Rosell empieza el suyo trágicamente, enterrando a la cúspide simbólica del barcelonisme, la persona más influyente de la historia del club, con los respetos de Hans Gamper, padre de nuestra religión.

Johan Cruyff llegó a Barcelona en el 73 con la liga ya empezada, el equipo se encontraba en la penúltima posición y llevaba 14 años sin levantarla. Debutó un 28 de Octubre en el Nou Camp ante el Granada CF, esa noche Johan marcó dos goles y su nuevo equipo ganó por 4-0. El Barça no volvería a perder ningún partido hasta el final de aquella temporada y acabaría llevándose el título.

Es un secreto a voces que el fichaje de Johan fue una petición expresa del expresident de la generalitat , Jordi Pujol, activista político y enamorado culé, quien se interesaba por el fútbol como parte de la estrategia para reivindicar el catalanismo. Por aquel entonces, Pujol era el máximo mandatario de Banca Catalana. El Barça quería traer a Johan pero el coste era muy elevado. Después de varias especulaciones y que el fichaje no avanzara, el Ajax se impacientó y se entrometió el Real Madrid, que haciendo honor a su historia, empezó a negociar el traspaso de Cruyff. Al saberlo, el jugador hizo muestra de una rebeldía que le caracterizó durante toda su carrera, y decidió no fichar por los capitalinos, sino por su máximo rival, el Barça. Pujol se movilizó y consiguió que Banca Catalana se involucrara en el fichaje. Así fue como el mejor futbolista de la historia llegó a Catalunya.

Cruyff fue conocido por su capacidad técnica, velocidad y aceleración, pero su mayor cualidad era su visión de juego, basada en un agudo sentido de las posiciones de sus compañeros de equipo para desplegar el ataque. El periodista deportivo David Miller afirmó que Cruyff era superior a cualquier jugador anterior en su capacidad para extraer el mayor provecho de los demás. Denominó a Cruyff «Pitágoras con botas» debido a la complejidad y la precisión de sus pases en ángulo y escribió:

Pocos han sido capaces, tanto física como mentalmente, de tal fascinante control sobre un partido de un área a otra.[]

Cruyff perfeccionó también un movimiento que hoy se conoce como el «Regate de Cruyff». Para hacer este movimiento, Cruyff levantaba su mirada dispuesto a pasar o disparar la bola, sin embargo, en lugar de eso, arrastraba la pelota con el interior de su otro pie y dando una vuelta de 180 grados aceleraba lejos del alcance del defensor.

Cruyff, el máximo artífice del cambio de mentalidad del soci culé, era un virtuoso del balón, pero sobretodo un auténtico líder de vestuario y eso quedó patente cuando en 1988 volvía al Nou Camp, pero esta vez como instructor total. El padre artístico de Cruyff había sido Rinus Michels, quien en la legendaria ‘Naranja mecánica’ del mítico mundial del 74 había revolucionado el fútbol moderno e inculcado, especialmente a uno de sus pupilos, unos valores futbolísticos que posteriormente asombrarían al universo balompédico.

Desde el primer momento Johan tenía las ideas muy claras del tipo de política deportiva que quería para el equipo. Inició así un proyecto a largo plazo, remodelando toda la estructura deportiva del club para adaptarla a una filosofía de juego lo más ofensiva posible y cimentada en el cuidado minucioso de la cantera. Si Cruyff se caracterizó por un sistema de juego en el campo, fue por el 3-4-3, un sistema en el que se corrían grandes riesgos en defensa, pero que proporcionaba un poder ofensivo demoledor y nunca visto hasta el momento.

Fruto de su estancia en la dirección deportiva del Ajax, su club natal, surgió una hornada de futbolistas que maravillarían al mundo en la memorable Copa de Europa del 95 ante el que era vigente campeón, el AC Milan de Sachi que venía de golear al dream team. Algunos de ellos eran: Van Der Sar, Dennis Bergkamp, Clarence Seedorf, Jari Litmanen, los hermanos de Boer, Edgar Davids, Marc Overmars, Michael Reiziger, Nwanku Kanu, Finidi George y un jovencísimo Patrick Kluivert entre otros, que sería el héroe de aquella noche. Pero vamos, un jodido equipazo.

La confianza ciega que tuvo Van Gaal en ese bloque hizo que muchos de ellos retornaran a sus órdenes en su paso por Barcelona, algunos con más pena que gloria. Incluso el líder de aquel Ajax, Frank Rijkaard, volvería también al Camp Nou, pero esta es otra historia.